Los Misterios Luminosos, Dolorosos y Gloriosos del Rosario por los ojos de María, viuda de José
El último episodio bíblico de la Sagrada Familia ocurre cuando Jesús tiene doce años y decide quedarse en el templo. El pasaje concluye diciendo que regresó a Nazaret y permaneció sujeto a José y María (Lc 2,51). No se dice nada más hasta que empiece su ministerio público a la edad de treinta años (Lc 3,23). Durante el ministerio de Jesús José está ausente, aun cuando María y los apóstoles acompañan a Jesús en las bodas de Caná. Desde la cruz Jesús confía a María al cuidado de Juan el discípulo predilecto. La Tradición ha concluido de estos datos bíblicos que José debe haber muerto antes de que Jesús empezara su ministerio. Por ello José se ha invocado como el “Patrono de una muerte bienaventurada” por haber muerto en los brazos de Jesús y María.
María entonces fue una viuda durante el ministerio de Jesús, un hecho rara vez considerado. Por tal vez 30 años ella y José habían vivido juntos con el Hijo de Dios. María “conservó todas estas cosas, meditándolas en el corazón” (Lc 2,19). Estos recuerdos ciertamente le estaban presentes mientras veía o escuchaba de los misterios de los últimos tres años de la vida de Jesús. Puede ayudar nuestro aprecio de los misterios del rosario mariano considerarlos por los ojos de la Viuda de Nazaret.
El primer misterio luminoso, el Bautismo de Jesús
María recuerda cuando Jesús sólo tenía ocho días de nacido y José lo hizo circuncidar para cumplir con la alianza de Abrahán, sabiendo a la vez que sería él quien establecería una Nueva Alianza. Al pasar Jesús por el bautismo de Juan, se manifiesta la Santísima Trinidad. El Espíritu Santo estaba presente como había estado durante la Anunciación. La voz de Dios Padre declara que Jesús es su Hijo amado, como se había dicho a María en la Anunciación. Estos sagrados misterios, finalmente hechos públicamente, se habían compartido únicamente por ella y José durante todos esos años de Nazaret. El bautismo de Jesús prefigura el Sacramento por el cual todos somos hechos hijos de Dios.
El segundo misterio luminoso, el Milagro de cambiar agua en vino en las bodas de Caná
A la edad de doce Jesús había dicho a José y María que tenía que estar en los asuntos de su Padre Dios. Sin embargo, ahora 18 años más tarde, después de haber continuado a vivir una vida desapercibida en la familia de Nazaret, él responde respetuosamente a María diciéndole que su hora todavía no ha llegado. El corazón maternal de María, en armonía espiritual con el corazón de Jesús, de todos modos dice a los servidores que hagan lo que él les diga. Este primer signo milagroso da fe del poder de la intercesión de María. El vino puede simbolizar la Eucaristía. El contexto de la boda recuerda la sagrada relación de los Santos Esposos, el sacramento cristiano del matrimonio y las bodas del Cordero en el Cielo.
El tercer misterio luminoso, la Predicación del Reino y el llamado a la conversión
María se acuerda del anuncio del ángel a ella, y también del anuncio a José en su desconcierto, y cómo estos anuncios cambiaron sus vidas. ¡Cómo la fe y la obediencia de los Santos Esposos habían sido recompensadas durante los años! Ahora su Hijo extiende a todos la invitación a arrepentirse y creer en la Buena Nueva. María se llena de gozo, deseando tal vez que José también estuviera presente para presenciar ese anuncio con ella, aún mientras confiaba en su cercanía espiritual. Los Santos Esposos interceden para que nosotros respondamos al llamado de todo corazón.
El cuarto misterio luminoso, la Transfiguración
Aunque María y José habían experimentado ciertas revelaciones de la identidad de Jesús por los eventos como la llegada de los pastores, la profecía de Simeón, y la adoración de los magos, por la mayor parte Jesús aparecía totalmente ordinario en sus vidas diarias. Por la fe ellos gozaron de su presencia divina, no transfigurada, sino en la sencillez de la oración diaria, el trabajo y la vida familiar. Con menos fe Pedro, Santiago y Juan necesitan esta mirada de gloria para sostenerlos por el desafío de la cruz. Dios nos da a cada uno la luz necesaria para seguir a Jesús por la fe.
El quinto misterio luminoso, la Institución de la Eucaristía
José y María fielmente habían observado la Pascua cada año (Lc 2,41). En el regreso de Egipto con Jesús eran parte de la Nueva Pascua que sería establecida por el propio Hijo de Dios (Mt 2,15). Cuando Jesús proclama abiertamente que él es el pan bajado del Cielo, la gente encuentra la declaración incompatible con el hecho de ser conocido como hijo de José. María comprende por qué José tenía que morir primero para no causar aún más confusión respecto a la revelación de la paternidad celestial y de la naturaleza divina de Jesús. Jesús se quedará presente en la Iglesia hasta el fin de los tiempos por el Santísimo Sacramento de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
El primer misterio doloroso, la Agonía en el huerto
Junto con los gozos de la Encarnación, María y José experimentaron dolores, tal como la falta de posada y la amenaza de muerte por el asesino Herodes. La primera gota de la sangre de Jesús derramada en la circuncisión era ya preludio a su agonía salvadora. En el hogar de Nazaret Jesús “aprendió obediencia” (Heb 5,8). Ahora es “obediente hasta la muerte” (Flp 2,8), sudando sangre mientras clama “no se haga mi voluntad, sino la tuya.”
El segundo misterio doloroso, la Flagelación
María se acordaría de como en su estudio de las Escrituras José y ella, juntos con Jesús, habían reflexionado sobre la profecía de Isaías: “él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, precio de nuestra paz, cayó sobre él, y por sus heridas hemos sido sanados” (53,5). La fe en la redención es el único consuelo frente a este dolor tan cruel e injusto.
El tercer misterio doloroso, la Coronación de Espinas
Desde la mención de parte de los magos del “rey de los Judíos que ha nacido” el Rey Herodes celosamente había intentado matar a cualquier posible rival. La huida en Egipto y el regreso eran inolvidables para María. Ahora los envidiosos líderes religiosos y el débil gobernador romano torturan y se burlan de Jesús, pero su Reino de Amor supera todos nuestros pequeños reinos terrenales. El Rey de Reyes y Señor de Señores sufre por nosotros.
El cuarto misterio doloroso, Jesús carga con la cruz
De José el Carpintero Jesús también había aprendido a trabajar con leña. Él también llegó a ser conocido como “el Carpintero” (Mc 6,3). El arte muchas veces ha pintado a José y Jesús juntos en el taller de Nazaret haciendo una cruz simbólica ante la mirada de María. Juntos Jesús, María y José habían soportado las cruces de la vida diaria. El Carpintero ahora es injustamente condenado a cargar el leño de la cruz para su propia ejecución.
El quinto misterio doloroso, Jesús muere en la cruz
Cuando José y María habían presentado a Jesús en el Templo a los 40 días después de nacer, Simeón había profetizado que una espada de dolor traspasaría el corazón de María. José tenía que escuchar calladamente indefenso, incapaz de proteger a su esposa de este sufrimiento. Por toda la vida él apoyó su total fidelidad a la voluntad de Dios. La mujer de firme esperanza al pie de la cruz ya se había hecho viuda de su amado esposo. Ahora su inmaculado corazón sufre la espada del gran dolor viendo a su Hijo morir en esa cruz.
El primer misterio glorioso, la Resurrección
Al apreciar el amor de Dios en su humilde vida cotidiana, la Sagrada Familia también vivía con fe en el reino futuro de Jesús que permanecería para siempre (Lc 1,33), en una bienaventuranza que sería reconocida por todas las generaciones (Lc 1,48) y en el levantamiento de muchos (Lc 2,34). Todas estas esperanzas son cumplidas, incluyendo el deseo de María de ver a José de nuevo en la eternidad. El pecado y la muerte son vencidos. La Vida reina inmortal.
El segundo misterio glorioso, la Ascensión de Jesús
Con la ascensión de Jesús la naturaleza humana es elevada a la eterna gloria a la derecha del Padre. El Hijo de Dios, quien había sido encarnado en el vientre de María, nacido en Belén, criado en la Sagrada Familia de Nazaret, ahora eleva esa existencia humana al Cielo. Él ha ganado para la humanidad pecadora la oportunidad de reinar con él en la visión beatífica.
El tercer misterio glorioso, la Venida del Espíritu Santo
Durante sus vidas María y José solos habían compartido el secreto de la concepción virginal de Jesús por obra del Espíritu Santo quien vino a ella durante su anunciación. Ahora María está presente con los apóstoles en oración para el nacimiento de la Iglesia por la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Finalmente el secreto que ella había compartido únicamente con José puede ser compartido y aceptado por la Iglesia, preservado en las Escrituras y la Tradición, y entregado a nosotros quienes tenemos la bendición de recibir el mismo Espíritu por nuestro Bautismo en Cristo y en la Iglesia.
El cuarto misterio glorioso, la Asunción de María
María, la Madre de Jesús, es llevada cuerpo y alma en el Cielo. Ella es la primera en participar en la gloria de la resurrección de Cristo, destinada para todos nosotros. En medio de sus deseos y su intercesión para que todos nos unamos con ella en la eterna gloria del Padre, primeramente debe esperar a José, su esposo amado y el padre terrenal escogido por Jesús.
El quinto misterio glorioso, la Coronación de María
Aunque el humilde José había sido escogido para el servicio de encabezar la Sagrada Familia, María siempre había sido la reina-madre del Salvador, la reina de José en la vida y la reina de la familia. De modo similar ella es la reina de la familia de la Iglesia en la tierra y en el Cielo. José sigue después de ella en el Eterno Júbilo en el cual todos esperamos participar.